Nació en el año 1976, en Valladolid. Siempre la gustó las artes plásticas, quizá influenciada por el ambiente que se respiraba en su hogar. Tras un largo periodo dedicada a su trabajo, hace unos años y de una forma casual, se aventuró de manera autodidacta en el mundo de la pintura, sirviéndola de inspiración todo aquello que estuviese impregnado de color, lo que para ella es la sal de la vida. Siendo esta nueva etapa una fuente de relajación, evasión y crecimiento, experimenta utilizando diferentes tipos de pinturas, texturas y materiales en busca de su propio estilo. Sus obras se caracterizan por la presencia de colores vivos siendo el rojo su predilecto. Verónica añade siempre un toque único a sus obras, como partes de su cuerpo plasmadas de manera original a sus lienzos.
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la voz del artista
No concibo la vida sin color, es tan necesario para alegrarte la vista y contagiar el ánimo... Mi pecho se hincha cada vez que alguien observa mi trabajo con cara de entusiasmo. He aprendido a que sus críticas y elogios tan sólo sean la perfecta excusa para seguir en busca de mi destino, soy de las que opinan que hay que saber aceptar pequeñas derrotas para alcanzar la victoria, sin tener que perder por ello la identidad y principios. He aprendido también a hacer caso omiso a quienes sin criterio alguno y sin un ápice de humildad van por la vida como un elefante por una cacharrería.
He madurado a la vez que desvirgaba lienzos y tablas, creando obras inspiradas por mi miedo y coraje, por mis frustraciones y sueños, por mi fantasía y realidad, por mis penas y alegrías, dejando aquellas que sirvieron de lápida de mi dolor como tan sólo recuerdos.
En esta última etapa de mi vida, ya con más fuerza, me reinvento cada día mezclando materias, manchando manos y paredes en la lucha por contar algo nuevo al mundo.
